-
La astróloga y autora Virginia Quiroga explicó a Clarín en qué se diferencia este abordaje astrológico.
La astrología “lee el cielo” y, a través de su simbolismo, establece cuáles son las tendencias energéticas en un individuo. Como ocurre con otras disciplinas, en el campo astrológico existen diferentes especialidades y formas de interpretar una carta natal. Una de ellas es la astrogenealogía, que no sólo estudia los aspectos del consultante, sino que los relaciona con su árbol genealógico.
En diálogo con Clarín, la astróloga especializada y autora Virginia Quiroga explica: “La astrogenealogía devela la historia familiar. Nos muestra las circunstancias que vivieron nuestros ancestros y ancestras. No precisando eventos, sino mostrando cualidades energéticas”.
Por este motivo, no son pocos los consultantes que, en su búsqueda por indagar en las dinámicas vinculares heredadas, optan por este tipo de lecturas astrológicas.
“Lo que buscamos en una consulta astrogenealógica es que el o la consultante se haga consciente de los patrones de su sistema familiar para evitar repeticiones. No hay soluciones mágicas, se trata de hacernos conscientes para crear formas propias —afirma Quiroga—. El hacer foco y lograr que la persona vea las repeticiones es lo que hace posible la ruptura con los viejos patrones”.
Orientado bajo este propósito, una de las distinciones de la astrogenealogía con respecto a la rama individual es que aborda los principios planetarios y su simbolismo a nivel sistémico.
Develar las herencias ocultas: cómo la astrogenealogía estudia los planetas
Para la astrología los planetas representan a diferentes arquetipos y aunque cada función planetaria se rige por los mismos simbolismos en ambas ramas, en la astrogenealogía se la relaciona con el sistema familiar de la persona.
Por ejemplo, Quiroga explica que si el Sol en una carta personal va a hablar de nuestra identidad, en astrogenealogía el astro rey va a señalar qué lugar ocupa la persona en el sistema familiar y qué viene a aportar a su red.
La otra gran luminaria, la Luna, siempre se ha asociado a los vínculos familiares, la manera en que fuimos cuidados y cuidamos de los demás y nuestro cambiante mundo emocional. La especialista asegura que desde la astrogenealogía “se asocia a cómo se adquirió esta consciencia de las necesidades básicas y cuáles fueron las carencias y memorias traumáticas de las generaciones anteriores que se trasladaron a las nuevas”.
En el caso de los planetas personales tenemos a Mercurio, Venus y Marte; los más rápidos en completar sus ciclos junto a las dos luminarias que mencionamos anteriormente. En el ámbito simbólico, estos planetas representan informaciones más cercanas a la consciencia de una persona.
Por este motivo se interpreta a Mercurio como nuestra forma de aprender, nuestra manera de comunicarnos a través de la palabra y nuestros intereses. En la perspectiva sistémica se observa el modo en que cada familia cuenta su historia. “Veremos allí tanto lo dicho como lo no dicho”, afirma la astróloga.
Los planetas que se refieren al deseo son Venus y Marte, aunque lo hacen de maneras distintas. “Si Venus en la carta natal propia nos muestra lo que deseamos y cómo nos abrimos al otro, en la perspectiva genealógica nos va a señalar cuál es el estilo de vínculos que se observan en el sistema familiar, los modelos de pareja”, precisa Quiroga (en Instagram @astrofeminista). En tanto que Marte alude a cómo voy a buscar eso que deseo.
Marte muestra al arquetipo del guerrero, explica la especialista, aquel que activa, empuja y nos motiva a reaccionar en situaciones límite. De modo que en el campo de la astrogenealogía puede asociarse a figuras o energías del clan que fueron muy aguerridas, vehementes o desafiantes o, en su costado opuesto, en modelos de sumisión o docilidad.
Luego están los planetas sociales, Júpiter y Saturno. Ambos se encuentran más alejados del Sol, pero aún es posible apreciarlos en el firmamento desde la Tierra sin necesidad de usar un telescopio.
Júpiter, el llamado “gran benefactor”, representa en lo individual nuestra capacidad de expandirnos; mientras que “en el sistema familiar está muy ligado a las religiones y a los sistemas de creencias de la familia”, precisa Quiroga.
En detalle, la astróloga indica que, por ejemplo, si en el clan siempre se estableció la idea de que ser próspero era una tarea ardua, nada placentera y que requería de sacrificios desmedidos, es probable que el/la consultante replique esa dinámica cuando se relacione con el dinero o las actividades que apelen a la generación de recursos.
Quiroga destaca la labor del enfoque sistémico en este caso. Uno de los trabajos que promueve la astrogenealogía es el de poder descubrir “cuáles fueron esas creencias que el sistema transfirió a sus descendientes”, pues indica que, en muchas ocasiones, “lo que en mi familia es una verdad se mantiene así hasta que alguien lo nota y decide cambiarlo”.
Por otro lado, Saturno, el planeta de los límites, se va a referir a “esas dificultades y esas limitaciones que atravesaron nuestros ancestros”, afirma Quiroga.
Por último, en el caso de los tres planetas transpersonales: Urano, Neptuno y Plutón; debido a que su movimiento es mucho más lento se suelen categorizar por generaciones. “Urano, Neptuno y Plutón están más allá de Saturno, entonces, nosotros vamos a decir que Saturno es el límite de todas las cosas, incluso de lo que podemos ver”, explica la autora.
De allí que estos tres planetas señalen, según la función y lo que represente cada uno, acontecimientos, eventos que significaron un quiebre.
“Urano puede ser un señalamiento de algo que cambió de manera abrupta e impredecible la historia familiar, un instante que lo cambió todo”, indica la autora.
Neptuno, por su parte, alude a la percepción de realidades inmateriales y, en el árbol genealógico, puede asociarse a los ancestros o ancestras que hayan experimentado con otras esferas de la conciencia o a situaciones pasadas de muchísima entrega o abnegación.
Plutón, el último de los planetas, está más asociado a eventos que generalmente han permanecido en la oscuridad, fuera del reconocimiento del clan, y que ocasionaron situaciones de un intenso dolor.
La astróloga indica que no es un condicionante que la persona ya conozca su carta natal o haya asistido a consultas astrológicas como sinastrías. “Creo que lo mejor es venir con el corazón abierto y predisposición. La consulta astrológica no es un espacio donde la astróloga tenga que monologar, se trata de un espacio que construimos en conjunto”.
En todo caso, Quiroga aclara que no todos los aspectos ni todos los integrantes del árbol genealógico tienen que resonar con el/la consultante.
La consulta tampoco implica que seremos los encargados de resolver todos los complejos de nuestro árbol, pues, señala “sería una carga demasiado grande e imposible de llevar”. Conviene enfocarse el trabajo y los procesos en los patrones que hayamos detectado y que nos estén generando más preguntas.